“El niño con el pijama de rayas” me ha parecido uno de esos casos en que la película derivada del mismo, por poco que el director de la misma se esmere, superará fácilmente a la versión escrita.
Cuando lo lees (en no más de 3-4 horas, del tirón) tienes la sensación de que es una historia con un ritmo y un esquema perfectos para el cine, y que en cambio no acaban de parecer suficientes para obtener una novela realmente consistente. El esquema, claro y sencillo, parece hecho a medida de un guión; mientras, el ritmo va creciendo a medida que el final se acerca. “El niño del pijama de rayas” no deja de parecer un cuento, quizás esa era la idea original del autor, que de alguna manera también puede gustar a los adultos.
A favor de él se puede decir que es un libro de muy fácil lectura y no se puede negar que trata un tema delicado con bastante originalidad: pocas cosas quedan por decir sobre esos años y una buena idea es decirlas a través de un niño. Además, me parece muy acertado el trato que reciben algunos personajes históricos con nombres adaptados al imaginario infantil (por ejemplo “el furias”).
En contra, se puede destacar que peca un poco de previsible, sobre todo a medida que la narración avanza y la sorpresa inicial se desvanece. Al final la sensación es de haber leído un libro (me cuesta encontrar una palabra que defina lo que pensé) inconsistente.
En todo caso, creo que a pesar de que “El niño del pijama de rayas” pueda ser una lectura interesante, la película tendrá bastante más que ofrecer.
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